EL ÁNIMA
SOLA
Esta creencia
está muy enraizada en la población pueblerina. Su contemplación data desde los
primeros colonizadores. Es simbolizada como una dueña que sufre suplicios por
la eternidad y anda por los caminos con las manos enlazadas con cadenas.
El
Ánima Sola transita de boca en boca no se parece en
nada a la mujer mencionada en la Sagrada Escritura en analogía
con la "sed de Cristo".
Hay
narraciones que en Jerusalén habían señoras
predestinadas a proveer de beber a los que serian sacrificados en la cruz. Celestina
Abnegada, una joven, que en la tarde del Viernes Santo tentó subir al Calvario.
Del ánfora dio a beber a Dimas y a Gesta, los dos criminosos que acompañaban a Jesús. Ella repudió a lo Salvador
y por eso Él la castigó a sufrir la sed y el calor invariable de las llamas del
Purgatorio.